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domingo, 6 de julio de 2014

Vieja soledad

En la tarde cansada la música suena, acompaña; la soledad es quebrada en notas arrogantes que amortaja el silencio. Voces que huyen, miradas ladronas de miradas, ruidos de pasos en el hueco misterio.
Sombras que cruzan sus umbrales buscando el único camino de salida.
Gente gastada, rostros desaparecidos, rostros que desaparecen en la luz que la noche amortaja.
Todos se van, todos huyen, todos desaparecen, buscando ¿qué…?, y se sientan a esperar más tiempo que han de gastar, como si éste nunca hubiese de tener fin, como si esta entrega fuese eterna; esperar…. esperar.
 
El cristal que los envuelve se asoma manchado sobre las miradas, y el cuerpo solitario perfila su carnalidad sobre la cruz del día. Maldice su vida un perro ahogando su hambre de calor devorando el misterio de la noche. Si alguna vez se va, dejará su piel sin corazón.

Ciudades abiertas, mentes derrotadas. La gloria que desean les esquiva la mirada. Todos siguen el sendero, unos tras otros, ciegos, mudos, muertos… Preguntas sobre preguntas. Paseando sobre el abismo, arrastrando su alma. la sonrisa se desnuda huida, avergonzada, giran y vuelven sobre sus pasos, algo ha de pasar.

Pasean abrazados, se despiden al final. La tarde muere dormida en su tristeza. Vieja melodía, vieja nostalgia, vieja historia, vieja soledad.

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